Una sola voz, una sola identidad
Gioconda Belli es, junto con Ana Ilse Gómez, Claribel Alegría, Vidaluz Meneses, Michèle Najlis y Daisy Zamora (poetas de su generación) una de las voces femeninas de la literatura nicaragüense pioneras de la poesía revolucionaria y de la revolución misma.
Coherencia y unidad caracterizan su expresión poética. En los años de la lucha por la liberación de su país, Gioconda Belli vivió en el exilio (radicando en México en 1976); a este periodo fuera de su patria corresponde su libro Línea de Fuego, ganador del Premio Casa de las Américas 1978. Regresó a Nicaragua al triunfo de la revolución sandinista, abandonando el FSLN cuando éste no logró reorganizarse y partiendo una vez más para residir en diversos lugares del mundo (Lavinia, Breda, 1994; Francia, 1995). Actualmente se halla en su país, donde, desde el Movimiento Renovador Sandinista (MRS), continua la lucha política de liberación nacional de su pueblo.La poesía de Gioconda, ha recibido influencias de José Coronel Urtecho (1906-1994), quien dijo de su poesía ser una versificación sin género definible. Ha sido, a la vez, comparada con Ernesto Cardenal, discípulo de Coronel Urtecho y uno de los poetas más representativos de la literatura revolucionaria en Nicaragua, donde Cardenal militó en el FSLN hasta su renuncia, ocurrida tras haber considerado que el frente sandinista había sido destruido. Se ha concedido que Gioconda Belli es, después de Ernesto Cardenal, la poeta simbólica de la revolución nicaragüense.
Ha publicado los siguientes libros de poesía: Sobre la Grama (1974); Línea de fuego (1978); Truenos y arco iris (1982); Amor insurrecto (1984); De la costilla de Eva (1986); El ojo de la mujer (1991); From the Eve´s Rib (1989). Y dos novelas: La mujer habitada (1988) y Sofía de los presagios (1990). Así como diversos poemas en el suplemento cultural del Nuevo Diario (Francia, 1995) y artículos de opinión desde el MRS, entre otros.
La voz poética de la mujer nicaragüense revolucionaria representada en Gioconda Belli es, entre otras, una de las voces asimilables a la propuesta feminista. La mujer nicaragüense jugó un importante papel en la liberación política de su país, pero, ante todo, su participación en la revolución sandinista representó un movimiento de auto liberación, de búsqueda de su identidad; Gioconda pertenece a la generación de poetas que crearon un nuevo estilo de expresión en Nicaragua, un estilo revolucionario de rompimiento con estructuras míticas y creación de otras, gestadas a través de su realidad social. Decidida a rescatar el lugar de la mujer, su obra plasma la incesante búsqueda de la identidad femenina y el encuentro con la conciencia social, a través de la actitud revolucionaria.
Desde diversas trincheras, el papel de la mujer fue de suma trascendencia en la revolución sandinista. Gioconda luchó desde la suya, como lo sigue haciendo toda vez que el sueño de la revolución terminara. Pero no es su expresar un expresar para el cambio, sino un resolverse a través de la poesía; poesía que, una vez puesta a circular entre quienes hubieron y habrán de escucharla, lleva a cabo lo propio, incidiendo en las transformaciones de la sociedad. La literatura de Gioconda Belli, que es respuesta a una forma de representación colectiva, es también, sin lugar a dudas, creación de otras.
El poema "Vestidos de dinamita", incluido en Línea de Fuego (1974/1978) y escrito en el preludio a la revolución sandinista, es un ejemplo del eco de su voz que, irrumpiendo descontenida desde su habitación en un país en el exilio, en momentos en que Nicaragua vive una crisis histórica (que habría de culminar con el levantamiento sandinista), se eleva para exclamar, a través de la palabra escrita, su emotividad, su necesidad de intervenir —desde el aliento por la libertad— de una radical manera en los asuntos sociales de su pueblo. Sin ser una consigna, al desbocar su inquietud, su esperanza en la transformación, Gioconda Belli exige, en “Vestidos de dinamita”, el despertar existencial de los nicaragüenses. Su propuesta del cambio a gestarse, se cifra en la irreconciliable dualidad que representa decidir entre las ideas vs. las armas. Su desesperación ante las circunstancias sociopolíticas que estremecen al país, provoca el desborde de un tropel de palabras que claman no esperar más cuando la hora de comprometerse con la revolución ha llegado. Hay en el poema (que es Gioconda misma desde sí y hacia su sociedad) ese tocar la esencia del ego, elevándolo al plano del alter. Es Gioconda ella por ser su pueblo Nicaragua; y Nicaragua, ella; ambas fundidas en una sola. Nicaragua y Gioconda; una sola voz, una sola identidad.
Gioconda Belli es, junto con Ana Ilse Gómez, Claribel Alegría, Vidaluz Meneses, Michèle Najlis y Daisy Zamora (poetas de su generación) una de las voces femeninas de la literatura nicaragüense pioneras de la poesía revolucionaria y de la revolución misma.
Coherencia y unidad caracterizan su expresión poética. En los años de la lucha por la liberación de su país, Gioconda Belli vivió en el exilio (radicando en México en 1976); a este periodo fuera de su patria corresponde su libro Línea de Fuego, ganador del Premio Casa de las Américas 1978. Regresó a Nicaragua al triunfo de la revolución sandinista, abandonando el FSLN cuando éste no logró reorganizarse y partiendo una vez más para residir en diversos lugares del mundo (Lavinia, Breda, 1994; Francia, 1995). Actualmente se halla en su país, donde, desde el Movimiento Renovador Sandinista (MRS), continua la lucha política de liberación nacional de su pueblo.La poesía de Gioconda, ha recibido influencias de José Coronel Urtecho (1906-1994), quien dijo de su poesía ser una versificación sin género definible. Ha sido, a la vez, comparada con Ernesto Cardenal, discípulo de Coronel Urtecho y uno de los poetas más representativos de la literatura revolucionaria en Nicaragua, donde Cardenal militó en el FSLN hasta su renuncia, ocurrida tras haber considerado que el frente sandinista había sido destruido. Se ha concedido que Gioconda Belli es, después de Ernesto Cardenal, la poeta simbólica de la revolución nicaragüense.
Ha publicado los siguientes libros de poesía: Sobre la Grama (1974); Línea de fuego (1978); Truenos y arco iris (1982); Amor insurrecto (1984); De la costilla de Eva (1986); El ojo de la mujer (1991); From the Eve´s Rib (1989). Y dos novelas: La mujer habitada (1988) y Sofía de los presagios (1990). Así como diversos poemas en el suplemento cultural del Nuevo Diario (Francia, 1995) y artículos de opinión desde el MRS, entre otros.
La voz poética de la mujer nicaragüense revolucionaria representada en Gioconda Belli es, entre otras, una de las voces asimilables a la propuesta feminista. La mujer nicaragüense jugó un importante papel en la liberación política de su país, pero, ante todo, su participación en la revolución sandinista representó un movimiento de auto liberación, de búsqueda de su identidad; Gioconda pertenece a la generación de poetas que crearon un nuevo estilo de expresión en Nicaragua, un estilo revolucionario de rompimiento con estructuras míticas y creación de otras, gestadas a través de su realidad social. Decidida a rescatar el lugar de la mujer, su obra plasma la incesante búsqueda de la identidad femenina y el encuentro con la conciencia social, a través de la actitud revolucionaria.
Desde diversas trincheras, el papel de la mujer fue de suma trascendencia en la revolución sandinista. Gioconda luchó desde la suya, como lo sigue haciendo toda vez que el sueño de la revolución terminara. Pero no es su expresar un expresar para el cambio, sino un resolverse a través de la poesía; poesía que, una vez puesta a circular entre quienes hubieron y habrán de escucharla, lleva a cabo lo propio, incidiendo en las transformaciones de la sociedad. La literatura de Gioconda Belli, que es respuesta a una forma de representación colectiva, es también, sin lugar a dudas, creación de otras.
El poema "Vestidos de dinamita", incluido en Línea de Fuego (1974/1978) y escrito en el preludio a la revolución sandinista, es un ejemplo del eco de su voz que, irrumpiendo descontenida desde su habitación en un país en el exilio, en momentos en que Nicaragua vive una crisis histórica (que habría de culminar con el levantamiento sandinista), se eleva para exclamar, a través de la palabra escrita, su emotividad, su necesidad de intervenir —desde el aliento por la libertad— de una radical manera en los asuntos sociales de su pueblo. Sin ser una consigna, al desbocar su inquietud, su esperanza en la transformación, Gioconda Belli exige, en “Vestidos de dinamita”, el despertar existencial de los nicaragüenses. Su propuesta del cambio a gestarse, se cifra en la irreconciliable dualidad que representa decidir entre las ideas vs. las armas. Su desesperación ante las circunstancias sociopolíticas que estremecen al país, provoca el desborde de un tropel de palabras que claman no esperar más cuando la hora de comprometerse con la revolución ha llegado. Hay en el poema (que es Gioconda misma desde sí y hacia su sociedad) ese tocar la esencia del ego, elevándolo al plano del alter. Es Gioconda ella por ser su pueblo Nicaragua; y Nicaragua, ella; ambas fundidas en una sola. Nicaragua y Gioconda; una sola voz, una sola identidad.
Vestidos de dinamita
Me tengo que ir a comprar las pinturas con las que me disfrazo todos los días para que nadie adivine que tengo los ojos chiquitos (como de ratón o de elefante). Estoy yéndome desde hace una hora pero me retiene el calor de mi cuarto y la soledad que, por esta vez, me está gustando y los libros que tengo desparramados en mi cama como hombres con los que me voy acostando, en una orgía de piernas y de brazos que me levantan el desgano de vivir y me arañan los pezones, el sexo, y me llenan de un semen especial hecho de letras que me fecundan y no quiero salir a la calle con la cara seria cuando quisiera reír a carcajadas sin ningún motivo en especial más que este sentirme preñada de palabras, en lucha contra la sociedad de consumo que me llama con sus escaparates llenos de cosas inalcanzables y a las que rechazo con todas mis hormonas femeninas cuando recuerdo las caras gastadas y tristes de las gentes en mi pueblo que deben haber amanecido hoy como amanecen siempre y como seguirán amaneciendo hasta que no nos vistamos de dinamita y nos vayamos a invadir palacios de gobierno, ministerios, cuarteles... con un fosforito en la mano.
Gioconda Belli
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